El viaje entendido como la obligación, la despedida y el desprendimiento; el adiós a la tierra en la que florecimos, a la cotidianeidad, al futuro y la estabilidad que imaginamos. Adiós a nuestros rincones y nuestros tesoros, al saludo vecinal, al aroma del hogar. Nadie sueña con el exilio ni el destierro y, sin embargo, la supervivencia tiene su rostro. Ahí inicia la búsqueda de otras condiciones: las básicas, las esenciales, las humanas. Ahí mismo se dibujan la incertidumbre y el temor, se gesta el movimiento silencioso en el que nos desplazamos entre susurros, por las puertas traseras y los pasillos estrechos, deseando la invisibilidad cuando nos alcanza la tormenta. Sofocados por el desapego obligado, durante el naufragio contemplamos sueños como los nuestros hundirse en las profundidades: se anunciaba desde el embarque que no todos llegaríamos a buen puerto.
Entonces, la mano tendida. La posibilidad. La esperanza. Lo que queda de nosotros ha logrado el arribo. Esto apenas empieza: el calvario está lejos de terminar.
La Organización de las Naciones Unidas estima que en 2020 casi 272 millones de personas vivía en un país distinto de su país natal. ACNUR calcula que la cifra de personas desplazadas por la fuerza era de 79.5 millones, de los cuales 26 millones eran refugiados, 45.7 millones eran desplazados internos y 7.8 eran desplazados internacionales.
En 2023, la cifra sigue aumentando. Ana Fuente
Refugio fue realizado en el año 2023 por invitación del Instituto Valenciano de Cultura y el Museo de Bella Artes de Castelló, dentro del programa Art in Progress //1 en el mes de Julio del mismo año.